“Todos somos distintos, todos somos iguales”

“Ellos no pueden hablar, no razonan, no son inteligentes, no sienten, no son humanos…” y mil y otras excusas que hemos escuchado más de alguna vez por la gente que come cadáveres, como si eso justificase la explotación en la que viven y a la que nosotros los humanos sometemos día a día, minuto a minuto y segundo a segundo a millones de animales no humanos para que sean utilizados para supuestamente “satisfacer nuestras necesidades”, que egoísta y egocéntricas frases son esas las que escuchamos salir día a día de la boca de innumerables personas que creen que todo, absolutamente todo fue creado para nuestro propio beneficio.
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