Al ciudadano lo podemos definir, como el ente social, cuyas características son la férrea defensa de los regímenes democráticos y por consiguiente la participación en la misma. Otra de las características del ciudadano es la intención del fortalecimiento del Estado y de las instituciones que lo componen, de esta forma el modelo social se conserva y no hay amenazas para los sectores sociales. Los ciudadanos son la base de los sistemas democráticos, estos son los que hacen girar los engranajes de la república y de la existencia de estos depende la legitimización de un sistema social.
El termino ciudadano tuvo su origen dentro de las antiguas civilizaciones griegas, especialmente dentro de las sociedad ateniense. Dentro de esta polis el término ciudadano era adjudicado para los hombres y mujeres que habían nacido dentro del territorio ateniense, habían adquirido la mayoría de edad, y que no tenían algún pasado o presente reñidos con las leyes. Fuera de esta categoría quedaban los esclavos (desde los nacidos con esta “cualidad” hasta los capturados por las campañas bélicas).
El termino ciudadano en la Esparta, era concebido a las personas nacidas dentro de la polis, que cumplían la mayoría de edad y no tenían antecedentes penales (nuevamente los esclavos de cualquier tipo no eran concebidos como ciudadanos). Sin embargo a diferencia de Grecia, en Esparta el régimen de gobierno no era la republica sino que la monarquía ocupaba ese espacio. La función del ciudadano netamente correspondía a servir al Estado, quien era dueño omnímodo de las personas y estas debían regirse según los intereses de la monarquía.
Con el pasar del tiempo el modelo de ciudadano griego, se conservo y es la piedra angular de las sociedades occidentales.
El ciudadano es un ente que consta en su composición de derechos y deberes. Dentro del primer grupo caben todas las acciones y facultades que otorga el Estado para la sobrevenía armónica de las persona dentro de un esquema social, estas se conserva a través de los margines legales que posea una republica. Los derechos morales no son reconocibles o simplemente irreconocibles dentro del sistemas, los derechos deben ser reconocidos a través de la ley, sin el reconocimiento de esta prácticamente no existen.
Los deberes corresponden a todos las normas que el ciudadano debe acatar y accionar sin ningún tipo de rechazo. La mayoría de las veces los deberes son relacionados directamente con el Estado o sus instituciones. Estos coincidentemente con los derechos son dictados a través de la ley. Nuevamente el ciudadano se convierte en la figura fiel del Estado y la mantención del orden social, el ciudadano debe su existir al Estado, es mas debe su forma de vida a este último.
El área donde el ciudadano se desenvuelve de mejor forma corresponde a la participación ciudadana. El ciudadano modelo es el que participa dentro de las instancias de decisión política enmarcadas dentro de los marcos legales. Es así como las elecciones políticas se transforman en la tan mediatizada “fiesta de la ciudadanía”, las habituales elecciones democráticas corresponden al espacio donde el ciudadano puede sentir que es el verdadero rector de su vida. Es así como el Estado y sus instituciones nuevamente entregan las herramientas que logran apaciguar y conservar los esquemas sociales, prueba de esto es el mayo del 68, el Estado al verse amenazado entrega la ilusión de participación a través de las elecciones que finalmente conservan a la sociedad tal como la conocemos.
El buen ciudadano el tipo respetuoso de las leyes y por consiguiente de la propiedad privada, es el tipo correcto, aquel que no escupe en la calle, que pasea al perro con correa, aquel que moldeo su moral en el liceo o si se le dio la oportunidad en la universidad, aquel que no se escandaliza al hablar de sexo pero que admite ciertos límites, el que se caso por la iglesia y el Estado, aquel tipo que respeta las ideas de otros pero si estalla algún conflicto bélico no duda en empuñar un arma, es aquel que reza “mi libertad termina donde empieza la del otro” es la persona que no es una amenaza frente al sistemas, no es una amenaza ni para sí mismo.
El ciudadanismo conserva y defiende este orden, es el pilar de un tétrico sistema. El ciudadano crucifico animal que llevo algún día dentro de sí. Si el ciudadano es el pilar de esta sociedad no nos queda otra opción que derribarlo, si es el cimiento no nos queda más que destruirlos. nosotr@s no queremos ser ciudadan@s, ni una persona políticamente correcta, no queremos ser cómplices de este sistema, nuestros cómplices solos son los sentimientos y acciones salvajes que logren destruir todas estas ilusiones sociales. Nos resistimos a que nos enmarquen dentro de esquemas que han creado, queremos incendiar a todos los esquemas y convencionalismos.
Extraído desde: Amantes del fuego