Como consecuencia de un largo historial de opresión, la mujer ha desarrollado, a través del tiempo, rasgos específicos que definen su personalidad: su autoconcepto revela la carencia de expectativas que tiene de su sexo, se considera incapaz de trascender dentro de la vida en sociedad. Por tanto, buscará hacerse un sitio en ella, mas dudará en luchar por abrirse camino como partícipe activa en las transformaciones sociales y culturales. Se resigna, entonces, a desempeñar un papel pasivo, contentándose con cumplir las expectativas que los demás esperan de ella. Compañera sexual, esposa, madre, dueña de casa; todas estas son labores que relegan a la mujer como Objeto. Se naturaliza a tal punto el rol de la mujer en la sociedad, que se le otorgan habilidades y defectos como características inherentes a su sexo, limitándolas así en su desempeño social, incluso las profesiones y oficios están asignados para cada género.
Así, al intentar definir su existencia, lo hará en función de los demás; no se reconocerá como un sujeto autónomo ni dimensionará su libertad absoluta. Creerá, entonces, que está destinada a cumplir una función determinada o a ser de una determinada forma. Cuando ella tome conciencia de su libre albedrío, comprenderá que es capaz de configurar su existencia de acuerdo con sus propias convicciones, zafándose así de la carga que significa ser mujer. Cuando la mujer se haga responsable de sí misma y decida ser partícipe activa en la construcción de su identidad y de la sociedad en la que está inmersa, el sistema patriarcal se debilitará y dará paso a una nueva sociedad en que no exista el concepto de género, basada en el respeto mutuo y la participación activa de todos sus miembros.
Escrito por Patricia Contreras.
Extraído desde: Periódico anarquista El Amanecer
Copio textual dos de los comentarios que dejé en la página de Feizbúk:
A todo esto (y espero que sea tomado como crítica constructiva) no me agradó mucho que el texto mencionara a las madres, dueñas de casa, esposas y compañeras sexuales. La mayoría de las mujeres ya comprenden que estos roles deben ser elegidos libremente y, sin embargo, optan por otros que también la sociedad ha elegido para ella: esa mujer independiente que pone gran énfasis en lo laboral muchas veces muere por tener un hijo, pero no lo hace porque socialmente se espera que ella sea exitosa. En otras ocasiones la mujer que vive su sexualidad de una manera que nos parece libre, en realidad no siente placer ya que no es un modo de vida que eligió a cabalidad.
El sólo hecho de salir a la calle y ver como miles de mujeres se revientan los pies y se joden la columna con zapatos de tacón nos demuestra como las mujeres anteponen la imagen frente al resto a su propia salud física y mental. Y para esto no tienen que ser dueñas de casa, ni madres. Por eso surge mi pregunta anterior y me gustaría responderla (disculpen, pero un momento de reflexión me aclaró la película): ningún rol nos hace más o menos libres. Es la elección del mismo la que cuenta, sin tener en consideración los deseos ajenos, sean individuales (pareja, padres) o sociales.
Pero, por supuesto, para poder elegir libremente hace falta una deconstrucción cultural. Hace falta sacudirnos de encima todos los paradigmas sociales para crear los propios de manera libre (romper el muro). Y como mujeres tenemos que dejar de mentirnos: no usamos tacones porque sean más cómodos, no nos maquillamos porque nos «gusta vernos lindas», no evitamos cortes extraños porque no nos agraden y ciertamente no nos preocupamos de nuestra figura por cuestiones de salud. La gran mayoría lo hacemos simplemente porque para el resto todas esas cosas son bien aceptadas, sobre todo por los hombres.
Saludos libertarios.
No creo que las mujeres tengamos que culpabilizarnos por no tomar los espacios de que disponemos, ese es un rasgo más de los que cargamos culturalmente, hacernos mea culpas que nadie nos demanda, empecemos por ver lo bien que hacemos y lo bien que haremos nuestra vida, la libertad es la consecuencia de esta manera de abordar la lucha