Dos seres, un hombre y una mujer, se aman. ¿Acaso pensamos que serán lo suficiente discretos para no pregonar de casa en casa el día y la hora en que…? Pensamos mal. Esta gente no parará hasta que hayan participado a todo el mundo sus propósitos: parientes, amigos, proveedores y vecinos recibirán la confidencia. Hasta entonces no creerán permitida la “cosa”. Y no hablo de los matrimonios de interés, en los que la inmoralidad es flagrante desde un principio; me ocupo del amor, y veo que, lejos de purificarlo y darle una sanción que no ha menester, el matrimonio lo rebaja y lo envilece.
Seguir leyendo El matrimonio es inmoral, por Rene Chaughi
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