Tu haces un trabajo que te gusta, que tienes una ocupación independiente y a quien el yugo del patrón no molesta mayormente; tú también que te sometes resignado o cobarde en tu calidad de explotado: ¿cómo te atreves a condenar así, tan severamente, a aquellos que ha pasado al plano de ataque en contra del enemigo?Una sola cosa te queremos decir: “¡Silencio!”, por honestidad, por dignidad, por fiereza. -¿No sientes el sufrimiento de ellos? ¡Cállate!- ¿No tienes la audacia de ellos? Entonces, otra vez ¡cállate!Cállate, porque tú no sabes las torturas de un trabajo y de una explotación que se odian.Desde hace mucho tiempo se viene reclamando el derecho al trabajo, el derecho al pan, y, francamente, en el trabajo nos estamos embruteciendo. No somos más que lobos en busca de trabajo, -de un trabajo duradero, fijo- y a la conquista de él se encaminan todos nuestros afanes. Estamos a la pesca continua, obsesionante del trabajo. Seguir leyendo El Derecho al Ocio y a la Expropiación Individual, por Severino Di Giovanni